El libro, lejos de ser un simple depósito de
palabras, es el reflejo de un país cuyas raíces están insertas en una tradición
cultural determinada. Por eso mismo, la celebración del Día Mundial del Libro
es una excelente ocasión para reflexionar sobre el invalorable aporte del libro
al patrimonio cultural de una nación que, para ser considerada como tal,
necesita de una literatura que dé testimonio de su existencia en medio de la
diversidad lingüística y cultural.
No
es casual que el ex Director General de la Unesco, Sr. Koïchiro Matsuura, dijera en su
mensaje: “El libro constituye un medio privilegiado para conocer los valores,
los saberes, el sentido estético y el imaginario de la humanidad. Es un vector
de creación, información y educación, en el que cada cultura puede imprimir sus
rasgos esenciales y, al mismo tiempo, leer la identidad de otras. Ventana a la
diversidad cultural y puente entre civilizaciones, el libro, más allá del
tiempo y del espacio, es a la vez fuente de diálogo, instrumento de intercambio
y semilla de desarrollo”.
La
celebración del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor tiene, además del
gustito en sí, la intención de recordarles a los gobernantes y gobernados que,
a pesar del galopante desarrollo de la cibernética y las ediciones digitales,
el libro impreso seguirá siendo instrumento sui géneris de expresión,
educación, comunicación y reflexión crítica; una lección que deben aprender los
responsables de las instituciones culturales del Estado, para ser más
respetuosos con los autores -quienes merecen recibir una parte justa de los
ingresos generados por sus libros- y evitar que las obras del acervo cultural
sucumban en las brumas del olvido.
FUENTE: En BREVE HISTORIA DEL LIBRO: 23 de abril, Día Mundial del Libro. Texto de Víctor Montoya. (Fragmento)
http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2013042302
Imagen:bibliotecacolsam.blogspot.com